Si algo pone en evidencia la globalización es el estrecho y frágil bucle que relaciona las economías regionales con el resto del planeta.

Tal como se sugería en la película Avatar, estamos relacionados mediante el “árbol” de la vida, de manera que cualquier evento que ocurre en una parte del planeta conmueve al resto.

Estas vibraciones ponen de moda la palabra rescate.

También expone sus contrastes, mientras la tecnología va por carriles en años luz, la economía doméstica decae, el trabajo decae, los sistemas de salud colapsan, la austeridad se impone obligatoriamente.

Por eso nunca deja de asombrarme que se agoten las existencias de equipos de alta tecnología, televisores, Split, heladeras, computadoras, mientras que para una parte importante de la población se derrumba su economía.

El mercado no da para que todos tengamos todos, entonces hay una elección natural que se basa en algo inexplicable.

Hace años el estudio, la formación, determinaba esta diferencia, hoy se sabe que tal cosa no es tan directa y la educación no se va retroalimentando como antes, sino al contrario, se va deprimiendo, casi todos están de acuerdo en que la calidad de la enseñanza está en franca caída vertical, la deserción escolar es ruidosa, porque ese caudal que no entra a las escuelas, universidades, se vuelca al mercado laboral ya en límites insostenibles para casi todos los países.

Los gobiernos usan los mismos métodos para disimular la situación: manipulan los números y fingen que nada está tan mal y que algo va a mejorar con sus gestiones.

En Portugal, con una población de poco más de 10 millones de habitantes, con alrededor de 4 millones de activos, declara un 10 % de desocupación, supongo que no soy el único al que no le cierran esos números, en un país donde menos del 50 % aporta al sistema financiero de su país, una desocupación de esos valores es pura fantasía.

Como sean los números que se declaren, en el mundo globalizado no se puede dejar caer a un país en estado de caos económico, no por una cuestión de beneficencia, sino porque la caída de unos arrastra a otros, y si se deja que pase las consecuencias son inconmensurablemente más dramáticas para las economías internacionales que ya no subsisten sin rozarse entre sí.

Así como en Argentina ocurrió un éxodo hacia Europa, España mayormente, desde Portugal se observa una migración hacia Inglaterra o Estados Unidos.

Cualquier movimiento masivo de personas hacia determinados puntos generará un desequilibrio en el empleo regional, en los sistemas de salud y un alerta en lo social, y es el primer efecto que se observa en los países que de este modo son invadidos.

Grecia e Irlanda tuvieron que ceder ante la presión internacional y aceptar el salvataje de la Unión Europea, que sume a los países en deudas que deberán afrontar en los años venideros, y ya se sabe en qué se cae con ese tipo de solución.

Es por eso que en Portugal es resistido por el gobierno que prefiere un plan de austeridad en su propuesta de presupuesto para el año entrante.

El instrumento es el mismo de siempre: reducir el déficit público, lo cual desemboca en actividades ya conocidas por otros países en la misma situación: un posible desconcierto social que en general acaba en cacerolazos y cambios de administración nacional.

Muchos le asignan la situación al hecho de haber aceptado ingresar a la comunidad europea asociándose al Euro, lo que disparó las economías de los países en desventaja con sus productos creando una inflación imparable, con la suba de precio y la caída de los sueldos.

Apareció el contraste natural que los Argentinos tan bien conocemos: vidrieras y comercios abarrotados de tecnologías, productos de última generación y si posibilidades de venta o con posibilidades reducidas a la pequeña población acomodada de siempre.

El pasaje del Escudo, moneda oficial, al Euro produjo que la economía de ese país sea manejada por le comunidad en vez de responder a necesidades de su mercado interno y a ser administrada por el propio estado portugués.

Lo que más me preocupa de esa situación, es que el modelo de relación entre países que unifican moneda, que en un principio se adjudicó como la oportunidad de los países de apoyo a  sus economías, se fue transformando en el factor de caída.

Me pregunto en qué se basaba esa idea si la experiencia demuestra lo contrario.

La situación ya puso en boca de muchos lo que nadie quería oír: hay que volver al viejo modelo de moneda de cada país para que cada país pueda manejar su propia economía.

Tal situación a esta altura, pienso generaría una debacle muy superior a la actual, para los países saneados con ese modelo, y para los países que manejan su economía en base al ahorro de moneda extranjera fuerte.

En el ánimo de los portugueses, el Euro ha provocado pobreza más que ayudar a su economía interna.

Como en Argentina, Portugal se convirtió en un paseo de turista por la conveniencia del cambio, y tal como pasa aquí, el salario no permite a los propios portugueses disfrutar de sus insumos o productos.

Los mismos problemas no unen, salarios bajos que repercuten en una educación en baja, en un deficiente sistema de salud y niveles de pobreza alarmantes.

Mientras, el gobierno de Portugal tiende a ceder a la presión internacional sintiéndose compelido a aceptar la ayuda que le pueda llegar desde el exterior, que por ahora está llegando desde Bruselas.

EL panorama es sombrío, ya se anunciaron los recortes de sueldo, la reducción de pensiones, el aumento de impuestos y la no inversión estatal, ¿les suena conocido?

Y aún así, ya anuncian que no será suficiente.

No faltará mucho para que los subsidios estatales, como aquí ocurre desde hace años, controle el estallido social.

La situación parece desembocar en algo que tan bien conocemos en Argentina: el “empleo” de no trabajar, el de recibir subsidios por desempleo y forja que las próximas generaciones aprendan a vivir sin trabajar, mamando de la teta del estado como forma de extorsión para controlar el estallido social y a ese modelo se lo llama: modernizar la economía.

Mientras, ni hablar de los recursos del planeta que se van agotando cuando todos sacan y nadie pone.